Viene de aquí:
Tras el primer día de la batalla del Somme,el 1 de julio de 1916,los camilleros del ejercito británico habían necesitado tres días para despejar la tierra de nadie situada justo delante de las trincheras aliadas de los mas de 57.000 oficiales y soldados muertos y heridos,ademas de 6.000 heridos alemanes.
Para cuando los cirujanos comenzaron a atender a los heridos, muchos de ellos se vieron obligados a practicar amputaciones para salvar la vida de los soldados, ya que muchas de las heridas menores habían evolucionado hacia la infección y la cangrena, debido a la tardanza en ser recogidos y tratados convenientemente por una unidad medica.
Por lo general, los primeros auxilios a los soldados heridos determinaba el curso que iba a llevar una herida. En la guerra de los boer, disputada en áreas despobladas con un clima soleado y seco, y donde la gran mayoría de las heridas lo eran por balas de rifle, las complicaciones en forma de infección eran muy poco frecuentes.
Igualmente, en la guerra ruso-japonesa de 1905, a los heridos se les aplicaba de inmediato antisépticos y se suturaba la herida inmediatamente.
Pero en la Gran Guerra, las circunstancias cambiaban por completo, y los protagonistas de las heridas eran la metralla de artilleria, las granadas de mano, etc. Las heridas por bayoneta solían ser mortales, y las producidas por granadas afectaban sobre todo a la cara.
Una complicacion adicional a la variedad de armas utilizadas era el terreno, las trincheras, en donde abundaban los microorganismos.Combatiendo,comiendo y durmiendo en el suelo infectado, en charcos de agua estancada, pulgas y piojos, heces animales y humanas, los soldados podían ser victimas de una infinidad de enfermedades infecciosas.
Bajo esas terribles condiciones de higine, los primeros auxilios ofrecidos en la primera línea del frente ofrecían muy poca protección contra infecciones sépticas. El algodón y los apósitos de gasa utilizados en los primeros meses de la guerra eran tan absorbentes que proporcionaban un medio ideal para las bacterias. Se trató de sustituir ambos materiales con bolsas de muselina llenas de serrín de pino, o musgo esterilizado.Pero ni esos materiales ni el carbón triturado en pequeñas bolsas de lino mejoraron la situación séptica de los heridos.
Diverso material medico para las primeras curas.
En el mejor de los casos, los vendajes se limitaban a detener la hemorragia, estabilizando la herida el tiempo suficiente para permitir el traslado del herido a un hospital.
Al principio de la 1ª guerra mundial, el personal médico de ambos bandos había creído que la guerra iba a ser una guerra de rápidos y amplios movimientos, que las bajas iban a ser menores que en anteriores conflictos ,y que los ejércitos iban a respetar la convención de Ginebra e iban a proteger y cuidar a los heridos.
Cada uno de esas tres creencias se iba a demostrar como equivocada casi desde el principio del conflicto.
En anteriores conflictos (por ejemplo, la guerra turco–balcánica de 1912-1913) la relación entre muertos–heridos había llegado a 1:4 (un muerto por cada cuatro heridos).La guerra de trincheras en el frente occidental y el extraordinario desarrollo y uso de la artilleria llevó la proporción a 1: 3
El masivo uso de la artillería elevó enormemente el número de muertes instantáneas,debido a los explosivos y las consecuencias de su uso en el cuerpo humano, esto es, hemorragias masivas en el sistema nervioso central y los pulmones reventados a causa de la onda expansiva.
También el tipo de bajas variaban entre un frente o el otro. Mientras en el frente occidental las bajas en combate superaban a las bajas por enfermedad (tetanos, tifus y disentería, que habían arrasado ejércitos completos en la antigüedad, se habían reducido grandemente gracias a las campañas de vacunación y al incremento de la higiene), en el frente oriental el cólera y el tifus exantemático causaban enormes estragos entre las tropas.
Los combatientes de la gran guerra se vieron obligados a aprender rápidamente que la mayoría de las heridas se infectaban rápidamente a pesar de la aplicación de los primeros auxilios y la colocacion de vendajes. Era pues necesario tratar las heridas correctamente entre 12 y 36 horas siguientes en los hospitales instalados al efecto.
Habia que evitar a toda costa los retrasos en los traslados de los heridos desde los puestos de primeros auxilios en primera linea a los hospitales móviles en retaguardia.
Al principio, los hospitales móviles se habían desplegado cercanos a líneas férreas y estaciones ferroviarias. Pero depósitos de municiones y diversos almacenes militares también se instalaban cercanos a las vías férreas, y se convertían en blanco preferido de la artilleria y la aviación enemiga.
Se necesitaban entonces unidades medicas de tamaño medio, muy móviles, capaces de tratar con un gran numero bajas en un corto-medio periodo de tiempo ,y dotados de un flujo constante del necesario material medico, además de medios de transporte de gran rapidez.
Cada hospital movil debia contar con al menos un centenar de camas y contar con un grupod e ambulancias que pudiera trasladar a los heridos ya convalecientes a los hospitales de evacuacion.Y cada hospital móvil debía ser capaz de tratar por si mismo hemorragias severas, edemas de glotis (causados por el gas), lesiones intraabdominales e intracraneales, heridas torácicas, etc. Era imprescindible realizar al menos dos evacuaciones al hospital cada 24 horas, casi siempre en tren medicalizado.
La introducción a partir del año 1916 de los proyectiles con gas y los cañones de campaña de pequeño calibre que eran arrastrados por al infantería y el uso de ametralladoras ligeras permitió a las tropas un avance más rápido sobre el campo de batalla, sin tener que esperar a la artilleria pesada.Asi, estas nuevas armas obligaron a nuevos cambios para el tratamiento de heridos.
A menos que los defensores pudieran evitar la ruptura del frente, el apoyo sanitario a la primera línea de defensa se interrumpía por compelto, y no se volvia a reanudar hasta que las lineas se volvían a estabilizar.
Un rápido avance del enemigo amenazaba directamente a las ambulancias,obligando a las unidades medicas a transportar los heridos 40 o 50 kilómetros a la retaguardia antes de poder comenzar hasta los tratamientos mas leves, Este retraso en el tratamiento aumentaba grandemente las muertes por shock anafiláctico, peritonitis, hemorragias masivas y gangrena.
A finales de la guerra, cada división de la fuerza expedicionaria USA en Francia disponía de tres compañías de ambulancias motorizadas, cuatro hospitales móviles y dos hospitales de evacuación.
Y con muy pocas variaciones (solo las aportadas por la mejora de técnicas y tecnologías), la organización medico-militar de aquellos últimos meses de la primera guerra mundial fue utilizada por prácticamente todos los países involucrados en las siguientes guerras (2ª guerra mundial, Corea, Vietnam, Irak, etc) hasta nuestros días.
Classic Military Vehicle magazine, mayo 2018
Battlefield medicine, a history of military ambulance from Napoleonic wars through World War I – John S. Haller.