Monday, November 19, 2018

Proyecto Azorian: ( 10ª parte); La C.I.A. entra en escena.

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Viene de aquí:


  Las imágenes del K-129 reposando en el fondo del mar escalaron por toda la cadena de mando del gobierno y las fuerzas armadas estadounidenses.Desde el presidente Johnson hasta el jefe de operaciones navales,almirante Thomas Moorer,los mas altos cargos de USA se pusieron a la tarea de reunir un equipo de  científicos y expertos para encontrar un modo de recuperar los secretos que se escondían en el K-129.El equipo iba a  incluir al capitán Bradley, responsable de las misiones de espionaje submarino de la marina de los EEUU y al doctor John Piña Craven,uno de los  principales responsables de haber podido localizar los restos del submarino.


  Si las tareas de extracción del submarino soviético tenían exito,los EEUU podrían confirmar la existencia de misiles nucleares en los submarinos soviéticos de clase Golf-II,conocer que materiales se usaban en su fabricación y analizar el diseño de la cabeza nuclear. Ademas,lograr acceder a la sala de control de la torreta del submarino permitiría tener acceso a las comunicaciones del submarino, los sistemas de criptografía, libros de codigos, manuales diversos de operaciones,etc.Este material daría a la armada USA la capacidad de monitorizar y ser capaz de leer y entender las comunicaciones secretas de los diferentes buques de la armada soviética, lo que podía suponer una tremenda ventaja táctica para, en plena guerra fría,conocer con detalle la situación y los movimientos de los submarinos soviéticos.


  Tras estudiar el asunto detenidamente,el grupo de  expertos de la Armada propuso una primera opción, que consistía en utilizar uno de  los DSSV (Deep Sumergence Search Vehicle), uno de los mini-submarinos que Craven había desarrollado para la armada, en principio para operaciones de búsqueda y rescate submarino.


  La misión de estos pequeños minisubmarinos consistiría en colocar pequeñas cargas explosivas en puntos determinados de la estructura del K-129,para hacer saltar las planchas de acero y conseguir acceso al interior del submarino.Brazos mecánicos controlados remotamente unidos al minisubamrino  podrían entonces recuperar los objetos interesantes, llevandolos después a la superficie para su analisis.Algunas pruebas realizadas confirmaron que el uso de pequeñas cantidades de explosivo colocadas estratégicamente permitirían la apertura  de entradas en el submarino sin dañar el equipamiento interior.


  Pero, desafortunadamente para Bradley y Craven, el almirante Moorer no vio apenas ventajas en el método. Tenia serias dudas de que los explosivos pudieran abrir una apertura lo suficientemente grande sin dañar el contenido interior del submarino, y tampoco veía factible que un mini-submarino a una profundidad de 6.000 metros pudiera ser capaz de extraer del submarino hundido algo tan pequeño como un libro de codigos,o algo tan grande como la  cabeza de un misil nuclear soviético.


  Para disgusto de Bradley y Craven, el almirante Moorer elevó un informe a sus superiores para indicarles que la armada USA no veia forma de conseguir nada reseñable del submarino hundido. Pero abría una puerta a otras ideas, indicando que si existía algún plan para extraer el submarino por completo del fondo marino, la armada USA estaría dispuesta a colaborar. Y recomendaba llevar el proyecto a la CIA, para que su equipo de espionaje submarino,de muy reciente creación,podria desarrollar algún sistema para recobrar todo el objetivo, el K-129.


  A principios de abril de 1969, el director de la CIA Richard Helms recibía un memorándum en el que el secretario de defensa USA, David Packard (el fundador de la empresa HP) le informaba de todo el asunto del K-129 y le preguntaba si la CIA podía estar interesada en el rescate del submarino.


  El director Helms pensó al principio que era una broma.La CIA sabia de aviones espía y satélites, pero no sabía nada de barcos ,y apenas tenia experiencia en ingeniería marina: todas sus anteriores intervenciones en espionaje marítimo había sido en apoyo de otras agencias de inteligencia norteamericanas. Así que el director Helms pasó el memorándum al  recientemente nombrado director de ciencia y tecnología de la CIA,Carl Duckett.

 Carl Duckett,a la derecha,compareciendo ante un comité del senado estadounidense acusado de practicas poco eticas en uno de los experimentos que la agencia a su mando  llevó a cabo en los años 60.


  Si el director Helms creía que no había posibilidad de extraer un submarino del fondo del mar, Carl Duckett, cabeza pensante del DS & T ( directorio para la ciencia y la tecnologia de la CIA,llamados eufemísticamente los "magos de Langley") no estaba tan seguro, y decidió estudiar el problema reuniendo un grupo de expertos para explorar todas las posibilidades.




  Deckett decidió poner al mando del grupo de expertos a John Paragonsky, experto en el manejo de  grupos de la CIA, pero sin ninguna experiencia en ingeniería naval u operaciones submarinas.

 John Paragonsky en la base aerea de Adana,en Turquia.

 Paragonsky había comenzado su carrera en la CIA trabajando en la base aérea estadounidense de Adana (actual Incirclik, en Turquía) supervisando las tareas de espionaje de los aviones espía U-2 ( nombre en clave, Aquatone ) sobre oriente medio.

 Lockheed U-2 Aquatone.


  Después habia sido puesto al cargo del desarrollo e investigación del proyecto del avion supersónico de reconocimiento A-12 (nombre en clae,Oxcart), que debía reemplazar al ya un tanto obsoleto U-2 en las tareas de recogida de inteligencia sobre territorio soviético.

 Lockheed A-12 Oxcart.


  En 1961, Oxcart entraba en su periodo de pruebas finales, y Paragonsky era designado para liderar el programa CORONA, un satélite espía que se desarrolló bajo el paraguas  de la recién creada Oficina Nacional de Reconocimiento, una organización creada para coordinar  los trabajos de la CIA y la fuerza aérea estadounidense para recoger inteligencia estratégica detrás del Telon de  Acero. Gracias a la colaboración entre ambas instituciones, se había logrado “escamotear” al enemigo un caza Mig 15 casi completo en Siria, un misil tierra-aire soviético en Vietnam, otro en Indonesia, y el motor de un bombardero ruso accidentado en Alemania oriental.

 Capsula de reentrada del satelite Discoverer 13,perteneciente al programa CORONA,el primer objeto fabricado por el ser humnao en ser recuperado del espacio,apenas 10 dias antes que el sovietico Sputnik.


  El primer objetivo de Paragonsky era reunir un grupo de  científicos y expertos  del directorio de ciencia y tecnología de la CIA (DS&T) que pudieran aportar una nueva visión al problema.


  Aunque en la agencia no había ingenieros naveles, Paragonsky consiguió reunir un equipo de 9 hombres que trabajarían a tiempo completo en la búsqueda de soluciones para extraer el submarino hundido.


  El oceanógrafo Ernest Ruggle fue el primer fichaje de Paragonsky, y fue trasladado al DS & T desde el ORD (Oficina de Desarrollo e Investigación), una oficina que investigaba nuevas tecnologías. En particular, Ruggles había estado trabajando explorando las posibilidades para recoger inteligencia del fondo marino,aunque con poco éxito.


  EL ingeniero quimico Jack Sparkman también procedía de ORD, al igual que Alex Hausman, físico y matematico. Bill Rivers, un antiguo capitán de la fuerza aérea se encargaría de los asuntos  administrativos, mientras Paul Eastman se ocuparia de los asuntos de seguridad para evitar fugas de informacion, y Doug Conrad, abogado, se encargaría de los asuntos legales.


  Las últimas incorporaciones al grupo fueron David Sharp, un ingeniero electrónico, Frank Hillcrest, un experto en submarinos soviéticos y Jack Mahoney, un ingeniero mecánico con unos impresionantes conocimientos de aeronáutica y sistemas espaciales.


La operación AZORIAN daba comienzo.