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Friday, August 30, 2019

"La Mision", la historia real (3ª parte )





Viene de aquí:

  Al principio, la mayoría de los líderes tribales y algunos jesuitas aceptaron el traslado. Pero otros jesuitas se negaron a cumplir el tratado de Madrid y apelaron al rey español, para que reconsiderara su orden.

  Pero la jerarquía jesuita en Roma obligó a los sacerdotes jesuitas en América a obedecer. Cada vez en una posición más precaria  entre sus obligaciones con los naciones católicas europeas y las obligaciones con sus propios clerigos, el superior de la orden jesuita, Ignacio Visconti, invocó el voto de obediencia para todos los clérigos de la orden, y envió a su representante, el padre Lope Luis de Altamirano para hacer cumplir sus ordenes y las de la corona a los jesuitas rebeldes.

  Como cristianos dependientes de la corona española, los guaraníes apelaron al rey Fernando VI, aludiendo a su lealtad a la corona y su  impecable comportamiento como soldados del rey.

  Cuando sus suplicas cayeron en oídos sordos, se dispusieron a defender sus tierras.


  En febrero de 1753,los guaraníes expulsaron de sus tierras  a los funcionarios españoles y portugueses encargados de fijar las nuevas fronteras entre el territorio  de España y el territorio de Portugal.El gobernador español de Rio de la Plata en Buenos Aires,Jose de Andoanegui , declaró entonces el estado de guerra entre la corona española y las tribus guaraníes rebeldes.

  A la declaración de guerra se unió Gomes Freire de Andrade, gobernador portugués de Rio de Janeiro, dando inicio  a las llamadas guerras guaraníes.

  En junio de 1754 el gobernador De Andoanegui marchó hacia el norte al mando de 1500 soldados y milicianos, entre los que se incluían los famosos blandengues de Buenos Aires, caballería ligera formada por criollos de la zona de Rio de la Plata. Se enfrentó a los guerreros del cacique Rafael Paracatú,de la reducción jesuita de Yapeyu, en el actual Uruguay.


  El mal tiempo y las constantes emboscadas de los guerreros guaraníes obligaron a  las tropas españolas  a retirarse, aunque capturaron al cacique Paracatu en una escaramuza.

  Al mismo tiempo,el gobernador Freiré marchaba hacia el norte, chocando contra los guerreros guaraníes liderados por el cacique Sepe Tiaraju,quien fue capturado pero logró evadirse la noche antes de su prevista ejecución. En noviembre de aquel año 1754, los portugueses y los guaraníes firmaban el armisticio.

  Los poderes europeos que habían liderado la ofensiva, Portugal y España, movieron sus hilos en la Santa Sede, y el padre Altamirano, enviado por la compañía de Jesús a Sudamérica para encargarse de la supervivion y el reparto de tierras tras el tratado de Madrid, excomulgó a todos los jesuitas que aun seguían del lado de los guaranies.

  Mientras, los guaraníes de las reducciones jesuitas consiguieron el apoyo de otras tribus guaraníes no evangelizadas, algo que sirvió de excusa a españoles y portugueses para reanudar la ofensiva.

  En diciembre de 1755, el gobernador De Andoanegui avanzó desde Buenos Aires con 1.500 hombres, 159 de ellos soldados españoles, mientras el gobernador Freire partia de Rio de Janeiro con 1.200 soldados portugueses y bandeirantes.

  Se reunieron en Santa Tecla, en donde se les unió el gobernador de Montevideo, José Joaquín de Viana, al mando de 1650 soldados.


  Su objetivo era la reducción jesuita de San Miguel, en cuyas cercanías  acampaba el cacique Sepe con 1.700 guerreros y 8 piezas de artillería hechas de caña de tacuara, que apenas se podían disparar media docena de veces antes de quedar inservibles.


 En una escaramuza en Batovi en febrero de 1756, los hombres del gobernador Viana mataron al cacique  Sepe. El liderazgo guaraní pasó a manos de Nicolás Neengiru, descendiente directo del héroe de la batalla de  Mborore de 115 años atrás.

  Aunque tan valeroso como su antepasado, el cacique Nicolás no era tan hábil en el arte de la guerra. Reagrupó a sus guerrero en una estancia al sur del rio Yacui, y se dejo rodear en lo alto de la colina de Caibaté, el 10 de febrero de 1756.

  El ejercito guaraní, aunque protegido por troncos y empalizadas, fue derrotado en poco mas de una hora, sufriendo 1500 muertos y 150 prisioneros.Apenas unas decenas de guerreros pudieron huir a la selva, donde librarían una guerra de guerrillas sin esperanza. Las pérdidas de los europeos consistieron en 4 muertos y 30 heridos.

  Tras la victoria en Caibaté, las tropas hispano-portuguesas comenzaron a tomar poblados guaraníes y reducciones jesuitas.El 17 de mayo, la reduccion de  San Miguel ardía hasta los cimientos, y a finales de mes todos las reducciones habían sido sometidas, y la guerra terminó.

 Planta de la Reduccion de San Miguel.

  En dos años, los europeos habían terminado con toda resistencia guarani, aunque todo fue en vano, ya que al final, los portugueses se negaron a cumplir con los términos del acuerdo de Madrid, y en 1761 se firmaba el acuerdo de el Pardo, que derogaba la mayoria de los acuerdos alcanzados en el tratado de Madrid .Cerca de 15.000 guaraníes pudieron entonces regresar a sus hogares, aunque la mayoría estaban completamente devastados.

  Acusados de instigar la rebelión guaraní, los jesuitas encararon graves consecuencias. El padre Tadeo Ennis, un jesuita alemán, fue capturado en san Lorenzo junto a gran cantidad de notas que describían perfectamente la evolucion de  la rebelión guaraní.

  Estos papeles sirvieron para acusar a los jesuitas de ser la mano que movía los hilos de la rebelión guarani.El padre Ennis argumentó que era simplemente un capellán y un físico para los guerreros guaraníes.

  Más tarde sería absuelto de todos los cargos contra él, pero los críticos anti-jesuitas comenzaron a publicar una serie de libros y manuscritos en los que se acusaba a la orden de haber intentado fundar su propia republica en Paraquaria y otros crímenes contra la corona, señalando a varios jesuitas como participantes directos en la rebelión indígena.

  En 1759, a instancias del marqués de Pombal,Portugal se convertia en el primer reino en expulsar  formalmente  de sus dominios a los jesuitas. En 1764 siguió Francia, y la corona española lo hacía en 1767.En 1773 el papa Clemente XIV  daba el golpe de gracia a la orden y ordenaba su supresión el 21 de julio de aquel año.


  Así finalizaba la utopía jesuita, el fin de la arcadia feliz de Paraquaria.En 1768, los miembros de la orden jesuita abandonaban todas las reducciones y otras posesiones que aun mantenían en América del sur, posesiones que fueron ocupadas,inventariadas y saqueadas por completo.

  Las 30 abandonadas reducciones jesuitas pasaron a ser administradas por las autoridades civiles, que no pudieron mantener el equilibrio administrativo y el sistema socioeconomico establecido por los jesuitas. Los guaranies, viendo lo que estaba ocurriendo en las antiguas reducciones jesuitas, su hogar durante decadas, volvieron a la selva.



 Monumento a Sepe Tiarajú, en Sao Luiz Gonzaga, en Brasil.

  Durante más de 150 años, los jesuitas habían hecho funcionar un sistema de justicia social basada en el cristianismo, provocando la envidia y la crítica de latifundistas, esclavistas y altos potentados. La unica alternativa que durante aquellos 150 años habian tenido los guaraníes había sido caer en manos de los esclavistas portugueses o trabajar como esclavos para los latifundistas europeos.

  41 años después de la supresión de la orden jesuita por el papa Clemente XIV, Pio VII restauraba la Compañía de Jesus en una bula papal emitida el 7 de agosto de 1814.Los jesuitas volvieron a Argentina en 1836, a Uruguay en 1842, y en Brasil en 1844, aunque no pudieron volver a Paraguay hasta 1927.

  Para entonces la utopía de Paraquaria solo era un recuerdo, que se iba perdiendo según caían las paredes de las abandonadas reducciones y la naturaleza volvía  a ocupar su espacio.

  Hoy en dia, las ruinas de las reducciones jesuitas de Paraquaria sirven como atracción turística, y una de ellas, la reduccion de  Jesús de Tavarangue en Paraguay sirve como símbolo de lo que pudo haber sido, ya que su nombre en guaraní, Tavarangue, significa “el pueblo que pudo haber sido”.

 Jesus de Tavarangue,declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993.

A vanished Arcadia – R.B. Cunningham.

Thursday, August 15, 2019

"La Mision", la historia real (2ª parte )





Viene de aquí:


  En mayo de 1640, el rey Felipe IV ordenaba al virrey del Peru, Pedro Álvarez de Toledo y Leiva, con jurisdicción sobre la región en conflicto, armar a los guaraníes si era necesario.


  Tal medida,armar a los nativos, nunca repetida en ningún otro lugar del imperio español, provocó gran hostilidad entre los propietarios de tierras europeos en America del sur, y causó gran desagrado en Portugal, tanto que apenas seis meses despues, Portugal declaraba su independencia, finalizando así con 60 años de tumultuosa unión con España.


  Pero ya alguien se había anticipado a la orden del rey de armar a los guaranies.Habia sido en 1638,cuando el gobernador de Buenos Aires había surtido a los sacerdotes jesuitas Diego de Alfaro y Pedro Romero con armas y una guardia de 11 soldados ,”asesores” para enseñar a los jesuitas y los guaraníes que dependian de  ellos en las artes de las armas y la guerra.


  En un enfrentamiento con bandeirantes al siguiente año, el padre Alfaro pudo convencer a los esclavistas para que se detuviera el combate y pudieran marchar sin ser molestados.Los bandeirantes parecieron estar de acuerdo, pero al día siguiente volvieron y asesinaron al padre Alfaro.


  Pero la muerte del padre Alfaro no significo el fin de la resistencia jesuita, puesto que otros tres sacerdotes jesuitas, todos ellos ex soldados, Domingo de Torres, Juan Cárdenas y Antonio Bernal, acudieron a la llamada del padre Romero, para colaborar con los 11 soldados en el entrenamiento de los guerreros guaraníes.


  A primeros de 1641, los lideres bandeirantes Jerónimo Pedroso de Barros y Manuel Pires decidieron lanzar una ofensiva general contra las reducciones jesuitas.


  Aprovechando las inundaciones provocadas por la crecida del rio Uruguay, 400 bandeirantes, 2.700 indigenes tupi y un grupo de malhechores holandeses  comenzaron a  dirigirse rio abajo, con una flotilla de 300 canoas y balsas transportando las provisiones y municiones.


  Esperando a los esclavistas estaban los jesuitas, 11 soldados españoles y 4.200 guaraníes armados con 300 armas de fuego además de las tradicionales armas de los indígenas, además de 350 pequeñas embarcaciones  de pequeño tamaño.


  El mando de  la “fuerza jesuita” le fue confiado al padre Romero, con los otros jesuitas asumiendo roles de apoyo en los preparativos.Liderando el ejercito guarani se encontraba el hermano Domingo de Torres, ayudado por los caciques guaraníes Nicolás Neenguiru, de la reduccion de Concepción, Francisco Mbayroba, de la mision de  san Nicolás, y el cacique Arazay de la reduccion de San Javier.


  Al mando de la flotilla de 350 embarcaciones se encontraba el cacique Ignacio Abiarú, que conocía los ríos de la zona a la perfección, y provenía de la misión jesuita  en el rio Acaragua.


  El superior de la orden jesuita, Claude Ruyer, nacido en Flandes, diseño la estrategia general. Los guerreros guaraníes se posicionaron donde el arroyo Mborore se encontraba con el rio Uruguay, en terreno de la actual provincia de Misiones,en Argentina.


  El primer movimiento lo realizaron los esclavistas el 25 de febrero, atacando rio abajo sobre los guaranies.Desde su balsa, el cacique Abiarú enfrentó a las balsas enemigas con un cañon de madera de tacuara, similar a los cañones de bambú japoneses o filipinos, obligando a a retroceder a los bandeirantes tras dos horas de combate.

 Cañon filipino de bambu, alrededor del año 1890.


  El 11 de marzo, los bandeirante volvieron  a la carga, de nuevo atacando por el rio. Evitando ser flanqueados, las naves de la flotilla jesuita-guarani lograron empujar a la flotilla esclavista hacia un promontorio justo en la confluencia del arroyo Mborore con el rio Uruguay.Atrapados en un fuego cruzado, los bandeirantes y sus aliados tupi construyerontoda prisa una empalizada en la orilla derecha del rio.

 El Peñon de Mborore, el promontorio en donde  los esclavistas y sus aliados Tupi construyeron la empalizada.


  Allí permanecieron cuatro días,asediados por los guerreros guaraníes, que causaron gran número de bajas utilizando su curioso pero muy efectivo método para lanzar sus flechas.


  Tres veces intentaron rendirse los esclavistas, pero sus ruegos fueron rechazados. Con la huida por el rio imposible, los bandeirantes y sus aliados huyeron por la selva.


  El padre Ruyer dirigió la persecucion,empujando a los bandeirantes hacia el territorio de la tribu gualachi (gualachos), tribu caníbal que no dejo pasar la oportunidad  y tuvieron provisiones para disfrutar durante muchas lunas de los esclavistas y aliados tupi  capturados.


  Los bandeirantes intentaron otra incursión al año siguiente, también rechazada, y nunca más volvieron a ser una amenaza para las misiones jesuitas de la zona.

  Y a raiz de la derrota de los bandeirantes, las misiones jesuitas establecieron sus propias armerias y continuaron entrenando a los guerreros guaranies.Tan bien lo hicieron que en no menos de  70 ocasiones,los jesuitas y guerreros guaranies fueron convocados por los gobernadores de Asuncion y Buenos Aires para colaborar en el sometimiento de  tribus hostiles o repeler  incursiones de los distintos poderes europeos que querian medrar en la zona.

  Como linea defensiva contra una futura  invasion portuguesa,7 reducciones mas fueron creadas al este del rio Uruguay,en la region de Tapé.


  A medida que los jesuitas tenían éxito en su lucha contra los esclavistas protugueses,el resentimiento y los celos se iban extendiendo entre los colonos de otras naciones europeas y otras órdenes religiosas que consideraban el poder jesuita en América del sur una amenaza a su propia autoridad y supervivencia.


  Mientras las reducciones jesuitas disfrutaban de gran prosperidad el siguiente siglo, los jesuitas debían defenderse constantemente de los ataques de las autoridades civiles españolas y portuguesas.


  Portugal seguía interviniendo en territorio reclamado por España, y en 1680 comerciantes portugueses fundaban la ciudad portuaria de Nova Colonia do Santísimo Sacramento, en la orilla norte del estuario del Rio de la Plata.

 Nova Colonia do Santisimo Sacramento.


  A solo 50 kilómetros de Buenos Aires, en la orilla opuesta del estuario, el nuevo puerto se convirtió rápidamente en un nido de contrabandistas, que amenazaban por extenderse por los ríos Paraná y Uruguay, que llevaban al interior de los dominios de la corona española.


  Con la Europa de medidos del siglo XVIII convertida en una turbulenta región, no solo en el aspecto politico,tambien en el aspecto religioso,los jesuitas iban a   perder gran parte de su influencia.


  Los jesuitas, aprovechando su posicion como educadores y confesores, habían “controlado" la mayor parte de las monarquías europeas. Pero la llegada de la Ilustración y las ideas políticas y filosóficas que la sustentaban ,iban  a llevar inevitablemente a un choque con las tradiciones religiosas.


  Entre los ilustrados especialmente hostiles a los jesuitas y lo que representaban se encontraba el estadista portugués Sebastián José de Carvalho y Melo (marques de Pombal), que en 1750 fue nombrado primer ministro. Una de sus primera actividades fue organizar una campaña propagandística en contra de los jesuitas ,implicandolos  en el intento de asesinato del rey portugués, José I, en 1758.

 Marques de Pombal, "O matador do Padres"


  Varios miembros de la poderosa familia Távora, profundamente religiosos y seguidores de las enseñanzas de san Ignacio, fueron ejecutados públicamente por intento de regicidio, mientras su confesor jesuita, Gabriel Malagrida, fue ahorcado  públicamente, y después su cadáver fue quemado en una pira.


  Los jesuitas iban perdiendo importancia, prestigio e influencia, pero el principio del fin de la existencia de los jesuitas en Paraquaria  habia llegado  en 1750, cuando España y Portugal firmaban el tratado de Madrid, para resolver las cuestiones  que habían quedado en disputa tras la firma del Tratado de Tordesillas.


  A cambio de la posesión de la colonia del Sacramente (suroeste del actual Uruguay), España cedía a Portugal la mayoría de la región del Tape,incluidas las 7 reducciones jesuitas que quedaban en la orilla oriental del rio Uruguay.


  Asi, los 30.000 indígenas guaraníes que vivían en esas reducciones deberían emigrar con todas sus posesiones a la orilla occidental del rio Uruguay, que iba a continuar bajo control español.




Thursday, August 1, 2019

"La Mision", la historia real (1ª parte )





 La Misión, película británica del año 1986,dirigida por Roland Joffe y protagonizada entre otros por Robert de Niro, Jeremy Irons, Aidan Quinn y Liam Neeson, narra las peripecias de un grupo de  sacerdotes jesuitas que se internan en la selva amazónica para tratar de construir una misión para convertir  a los indígenas guaraníes de la región. Los problemas comienzan cuando España se desentiende de sus obligaciones y cede la región a los portugueses, que no ven con buenos ojos el poder evangelizador de los jesuitas.


  Aunque fundada por un antiguo soldado, Iñigo Yañez de Oñaz y Loyola (mas tarde conocido como san Ignacio de Loyola) la Orden de la Compañía de Jesús no era una orden militar religiosa.


  Pero durante  los siglos XVII y XVIII, en la cuenca del Rio de la Plata en América del sur, los jesuitas tomaron las armas en la provincia colonial española de Paraquaria.


  La confirmación oficial de la orden de la compañía de Jesús, concedida por el papa Pablo III el 27 de septiembre de 1540, convirtió a san Ignacio y sus hermanos españoles en soldados de Cristo, inicialmente con la intención de convertir a los musulmanes de Tierra Santa.


  Pero Ignacio cambió pronto su objetivo, y lo enfocó sobre las tierras del norte de europa, dominadas por los paganos protestantes, y por los nuevos territorios de la corona española en el Nuevo Mundo, compartido con los portugueses.


  Para lograr sus objetivos evangelizadores en Europa, los jesuitas se convirtieron básicamente en educadores, estableciendo instituciones educativas para formar a la elite y los futuros líderes de la católica Europa. Y en América del sur, los jesuitas comenzaron  a crear misiones.


  Ademas de sus votos de pobreza, castidad y obediencia, votos comunes con la inmensa mayoría de las otras órdenes religiosas catolicas, los jesuitas también juraron obediencia  al Papa y juraron seguir al pie de la letra su lema Ad maiorem Del gloriam (A mayor gloria de Dios).


  El 9 de febrero de 1604.el general superior de la orden de los jesuitas, el italiano Claudio Acquaviva, ordeno el establecimiento de  la orden en la provincia de Paraquaria.

 Paraquaria.


  La provincia de Paraquaria, que originalmente dependía del obispado de Asunción,estaba formada por territorios pertenecientes  a los actuales Boliva, Chile, Uruguay y Argentina (provincias de Misiones y Entre Ríos), las regiones brasileña de Itatin (parte del actual estado de Mato Grosso do Sul ) ,Guaira (actual estado de Paraná) , y Tapé (actual estado de Rio Grande do Sul).


  Los jesuitas se pusieron a la tarea de evangelizar a los indígenas locales,la tribu guaraní, y fundaron pueblos misioneros denominados “reducciones”. La intención de los jesuitas era atraer a las tribus indígenas que vivían en la selvas y ofrecerles una vida en comunidad un poco más cómoda.

 "Reduccion" jesuita.


  En poco tiempo, la provincia de Paraquaria tenía 30 reducciones en las que vivían 150.000 indígenas guaraníes.


  Paraquaria disfrutaba de un status especial, diferente del resto de posesiones del imperio español en América del sur, ya que los jesuitas estaban exentos de la obligación de cumplir con las leyes de Encomienda. Bajo esas leyes, los indígenas estaban obligados a trabajar (aunque técnicamente no como esclavos) para terratenientes y nobles españoles como una forma de impuesto.

 Restos de la reduccion de  San Ignacio.


  En Paraquaria, los indígenas estaban exentos del pago de impuestos a terratenientes y nobles, ya que pagaban directamente al rey de España, a cambio de una especie de autogobierno y de la propiedad de un poco de terreno y del fruto de su trabajo.


  Cada reduccion jesuita en Paraquaria estaba supervisada por dos sacerdotes jesuitas con poder de veto sobre casi todas las decisiones que se tomaban, mientras un “comité” de nativos funcionaba como órgano de gobierno y colaboraba en el mantenimiento del orden.


  Las tierras comunales de la misión servían para construir viviendas y mantener a ancianos, viudas y huérfanos,sirviendo también para mantener a toda la comunidad en tiempos de escasez o necesidad. Junto a las reducciones había enormes extensiones de terreno ,miles de hectáreas que rodeaban una gran estancia (rancho ) donde los jesuitas criaban ganado y caballos. También los jesuitas se dedicaban a la agricultura, creando yerbales, grandes plantaciones de yerba mate, (una especie de acebo con cuyas hojas y ramas se hace te), logrando un semi-monopolio comercial de lo que se conocería como el “te jesuita”.

 Reduccion de San  Javier, restaurada en 1993.


  Inevitablemente, las grandes extensiones y las condiciones de vida y trabajo en las misiones jesuitas en Paraquaria superaban por mucho las condiciones en las que los indígenas trabajaban y vivían en otro tipo de “comunidades”, llevando a grandes numeros de indigenas  a concentrarse en las misiones jesuitas. Los conflictos con otros europeos, que dependían de los esclavos para mantener sus ingresos, no tardaron en producirse. 


  Ademas, Portugal permitía la esclavitud en sus posesiones, y los cazadores de esclavos de Sao Paulo, conocidos como paulistas o bandeirantes, veían muy mal la protección de  los jesuitas sobre los indígenas, que los privaba de una segura fuente de ingresos.

 Expedicion esclavista de los bandeirantes.


  Los terratenientes portugueses también veían reducirse sus ingresos por la protección jesuita a los indígenas, ya que estos eran mucho mas baratos que un esclavo africano, que se veían obligados a adquirir (curiosamente, aunque los jesuitas defendían la causa guaraní, no prestaron ni la mas mínima atención a la esclavitud de africanos, y  en algunas misiones jesuitas había esclavos de ese origen).


  El rencor fue aumentando cuando los jesuitas persuadieronla corona española para no permitir a europeos, africanos y mestizos entrar en las misiones o tomar contacto con los indígenas guaranies.Los jesuitas también prohibieron el uso de cualquier lengua europea en sus territorios.Asi, el conocimiento  de la gramática  de la lengua guaraní y su vocabulario fue una gran ventaja para los jesuitas en sus esfuerzos de catequizar  y controlar a la tribu.


  Los bandeirantes se dieron cuenta que las misiones jesuitas, en vez de proteger a los indígenas, los agrupaban, siendo más fácil atraparlos, y comenzaron a atacar las misiones en la década de 1620.


  Sin defensa alguna, los jesuitas y guaraníes lo único que podían hacer era dirigirse hacia el sur, lo más cerca posible de los principales asentamientos españoles en las cercanías del Rio de la Plata.


  Sin perder tiempo, los esclavistas siguieron la ruta de escape de jesuitas y guaranies,destruyendo todas las misiones de las regiones de Itatin y Guayra.En 1631, el sacerdote jesuita Antonio Ruiz de Montoya organizó un éxodo de unos 13.000 guarnies a la relativa seguridad de lo que hoy es la provincia argentina de mMisiones. Debilitados por el hambre y la enfermedad, dos tercios de quienes partieron  murieron en el camino.


  Mientras insistia en la idea de ganarse  a los guaraníes con la palabra y no con la espada, en 1647 Montoya comprendió por fin la necesidad de una repuesta mas agresiva a los esclavistas portugueses.


  En una misiva dirigida directamente al rey Felipe IV, solicitaba permiso para armar a los guerreros guaraníes para su auto defensa.Montoya también solicitaba la proteccion del ejercito español , acuartelado  a lo largo de los rios Paraguay y Paraná.


  Los límites entre los dominios españoles y portugueses en América del Sur estaban perfectamente definidos desde el siglo XV.


  El tratado de Tordesillas,firmado por ambos reinos en 1494, habia dibujado un límite entre las posesiones de ambos, pero Portugal había invadido más o menos civilizadamente  el territorio español en el Nuevo Mundo casi desde el mismo día de la firma del tratado.


  La unión de España y Portugal en 1580 durante el reinado de Felipe II no había solucionado los problemas de limites territoriales entre ambos reinos, por entonces ya unidos.


  Así que Felipe IV, en su papel como rey de ambos reinos, se vio obligado a intentar dar una solución al ataque de sus nuevos súbditos, los esclavistas portugueses, los bandeirantes, sobre otros de sus súbditos, los jesuitas y los guaraníes.